Casi un nombre cabe en mi,
nunca podrás soltarlo todo con una sola mano.
Los zumbidos en la calle me recuerdan los límites de mi imaginación,
romper en sueños y caminar a través de ellos
como punzando en un muñeco que sostengo y asimilo,
el cielo fue para marinos que hoy no sabemos escribir.
Sólo corro en círculos
mientras intentas subir por las paredes,
somos la altura
de éste estúpido vaso que sostiene con gracia otra mujer, otra mano,
hablamos plurales entre maldiciones,
nos remediamos la angustia.
En el estropicio de la noche
herir, crear las hendijas necesarias,
minó bastamente las alas de todo cosmo por parir,
la claridad sorbe tanto como la sombra.
Casi un nombre cabe en mi,
nunca podré soltarlo todo con una sola mano.
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