viernes, 26 de julio de 2013

A mano alzada VII: De elefantes y perros

El estero
de mis fugas
articuló
           al fin
                  la puerta,
antes que yerta
la certeza es un puñal de ataduras.

Que río adentro
habrá vida,
habrá vino del sedimento,
que libro abierto
vaga ciega el alma
con la ansiedad de los fantasmas
y la boca famélica,
que niño adentro
hay que respirar,
sembrar en toda realidad
lo que se ama de los perros.

Sobre la luna,
mi jardín de vos
me empuja el verbo y la hamaca,
los elefantes de la plaza
también pisarán las rejas.

Quien no cree, no ala.