Ella lamenta y grita.
Se abre en picas
balbuceantes de color.
Y camina conmigo
y a través de mi.
No me condena
pero logra un poco
y también mi pecho.
Un ramo roto
hasta en la boca del herido.
Un libro tibio
para el regreso de los corsos.
Un pan sin vino
y un pan.
Lavame las manos para entrar,
permítela dios del andante.
una mañana mas
nomás
para soñar sin ver la luna/
para ser luz sin descifrar.
Una vez par
y otra pinta sin rizar.
Permítela pierna falaz,
no iré despacio aunque lo sufra;
lo toco sólo al despertar.
Si troco el pueblo
por llorar
tan sólo habrá de hablar la lluvia.
Tan solo.
Una mañana mas
nomás.
Permítela.
jueves, 21 de mayo de 2009
Flores
No quedan hojas en el frente
que solo en frío se mancha,
una flor sangrienta
echa el sol contra los muros,
el rumor nos jala los hombros
y somos todos muertos verticales,
nos odiamos con los ojos
pero somos piadosos de mí,
de mi vos, de mi tú, ustedes,
de mi yo.
No hay más amor que costumbre
en los ritos aún cenicientos,
tragando a círculos del aire
nos viciamos torpemente,
toda pieza es escrutable
entre el olvido y la boca de alabastro.
Enormes, de paso,
las aves no caven en el tiempo.
La tormenta nos confunde
bajo su aguasombra predicha,
dos pies miden un reino entero
de vidrios ciegos
y exaltados.
Si hasta tu palmo cruza
mi conjuro de vientos opacos,
será que mi arroyuelo de fantasmas
lograron darse el agua
que nunca más rió.
Tener la muerte atenta
es una daga
que lleva en sus espaldas
la luz que el sol no da;
la flor sangrienta busca entre sus piernas
mientras la voz no cesa
y la tierra es otro mar.
que solo en frío se mancha,
una flor sangrienta
echa el sol contra los muros,
el rumor nos jala los hombros
y somos todos muertos verticales,
nos odiamos con los ojos
pero somos piadosos de mí,
de mi vos, de mi tú, ustedes,
de mi yo.
No hay más amor que costumbre
en los ritos aún cenicientos,
tragando a círculos del aire
nos viciamos torpemente,
toda pieza es escrutable
entre el olvido y la boca de alabastro.
Enormes, de paso,
las aves no caven en el tiempo.
La tormenta nos confunde
bajo su aguasombra predicha,
dos pies miden un reino entero
de vidrios ciegos
y exaltados.
Si hasta tu palmo cruza
mi conjuro de vientos opacos,
será que mi arroyuelo de fantasmas
lograron darse el agua
que nunca más rió.
Tener la muerte atenta
es una daga
que lleva en sus espaldas
la luz que el sol no da;
la flor sangrienta busca entre sus piernas
mientras la voz no cesa
y la tierra es otro mar.
Canto II
Sobre los pezones
de sombra predicha
se aguza tu giro
liviano y marino,
mis letras se torban,
en lo alto las piedras
pueden lis libar.
Las huellas no cursan
en trenzas de muerte,
los sorbos transmutan
punzadas de pan;
se agita en un canto
de lluvia
sembrando,
la tinta de sangre
cubre con sus labios las pintas,
las puertas nocturnas
de un fruto sin voz.
de sombra predicha
se aguza tu giro
liviano y marino,
mis letras se torban,
en lo alto las piedras
pueden lis libar.
Las huellas no cursan
en trenzas de muerte,
los sorbos transmutan
punzadas de pan;
se agita en un canto
de lluvia
sembrando,
la tinta de sangre
cubre con sus labios las pintas,
las puertas nocturnas
de un fruto sin voz.
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Ropa vieja
lunes, 18 de mayo de 2009
En los cajones
Con el tiempo
no fue necesario pronunciarte.
Un hueco traía otro hueco.
Mi rostro era un triste retorno
hacia cada detalle.
Un perfume desnuda un ajuar
en la puerta de un atrio que nunca pisamos,
el cancel acerca ese pan hacia lados del mar que nunca dejamos.
Bailaremos nuevamente
y sabremos como reírlo.
Cercaremos el olvido y el presente
con palabras que apoyen sus codos en la mesa.
Mentiré si es justo
lo que quepa en el sonido.
Nuestro amor es solo el estado en que huyen las cosas.
Con el tiempo
un remanso lloverá lo mismo que el todo.
Esta lía remienda el oro hasta la flor
que omite el verde y el rojo.
Habrá sal en los cajones,
tu antonomasia eficaz
transita el final del renglón
con la certeza de mi puño.
no fue necesario pronunciarte.
Un hueco traía otro hueco.
Mi rostro era un triste retorno
hacia cada detalle.
Un perfume desnuda un ajuar
en la puerta de un atrio que nunca pisamos,
el cancel acerca ese pan hacia lados del mar que nunca dejamos.
Bailaremos nuevamente
y sabremos como reírlo.
Cercaremos el olvido y el presente
con palabras que apoyen sus codos en la mesa.
Mentiré si es justo
lo que quepa en el sonido.
Nuestro amor es solo el estado en que huyen las cosas.
Con el tiempo
un remanso lloverá lo mismo que el todo.
Esta lía remienda el oro hasta la flor
que omite el verde y el rojo.
Habrá sal en los cajones,
tu antonomasia eficaz
transita el final del renglón
con la certeza de mi puño.
jueves, 7 de mayo de 2009
Iris
Junto al vidrio
que el iris me graba
se ha ceñido
un brillo/ piedra/ gota,
me han herido
un rincón de palabra,
me ha seguido
y cruzado la boca.
Se desdobla
el rumor de mi calma,
se me agolpa
el color de las cosas,
ha caído el orden
de la palma
como al brío resuelve la hoja.
Atino a su postura
aún sin tomar detalle,
la logra la ancha frase
del lugar en que yo habite,
girando las muñecas
podría ser su alterno disfraz.
Va el diablo
en cada uno de sus convites,
liga su rojo el gris
con que la tierra avecina,
silvan sus artes ron de ocarina,
su risa aprisiona
la forma en que elijo la libertad.
Atino a su postura
aún sin tomar detalle,
la logra la ancha frase
del lugar en que yo habite,
girando las muñecas
podría ser su pez y pan.
que el iris me graba
se ha ceñido
un brillo/ piedra/ gota,
me han herido
un rincón de palabra,
me ha seguido
y cruzado la boca.
Se desdobla
el rumor de mi calma,
se me agolpa
el color de las cosas,
ha caído el orden
de la palma
como al brío resuelve la hoja.
Atino a su postura
aún sin tomar detalle,
la logra la ancha frase
del lugar en que yo habite,
girando las muñecas
podría ser su alterno disfraz.
Va el diablo
en cada uno de sus convites,
liga su rojo el gris
con que la tierra avecina,
silvan sus artes ron de ocarina,
su risa aprisiona
la forma en que elijo la libertad.
Atino a su postura
aún sin tomar detalle,
la logra la ancha frase
del lugar en que yo habite,
girando las muñecas
podría ser su pez y pan.
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de aquí nomás...
lunes, 4 de mayo de 2009
Mano - Tiza sobre cartulina negra (Bárbara Braguinsky)
Se oye en franca tensión
su vientre que al ojo es un milagro
como un hilo de luz
que estropea el mas vago reparo
se hace ropa y canción,
se acentúa y se logra escuchado
se aprisiona en el ser
y el malón lo torna su pasado,
con el tiempo es la vez,
con el frío el rayón necesario
luego el pan con el pez
y su brazo se tiende mas largo.
Y no hace falta mirarlo
para alcanzar su grito de hermano,
que es el grito primario, es el ala y el grifo llorando,
si uno más logra ser
por qué dejarse ahogar por cifrado
si el final es creer que el final por un fin ha llegado
hasta ser lo que se es
aferrarse es el muro y el faro.
Vos podes sostenerte,
liberar tu canción por Tu muerte
vos podes ser la piel
que astilló hasta el rayo su ser
vos podes ser la voz
que a quién oiga agite el color,
no nos van a dejar el ramo entre las manos sin flor.
su vientre que al ojo es un milagro
como un hilo de luz
que estropea el mas vago reparo
se hace ropa y canción,
se acentúa y se logra escuchado
se aprisiona en el ser
y el malón lo torna su pasado,
con el tiempo es la vez,
con el frío el rayón necesario
luego el pan con el pez
y su brazo se tiende mas largo.
Y no hace falta mirarlo
para alcanzar su grito de hermano,
que es el grito primario, es el ala y el grifo llorando,
si uno más logra ser
por qué dejarse ahogar por cifrado
si el final es creer que el final por un fin ha llegado
hasta ser lo que se es
aferrarse es el muro y el faro.
Vos podes sostenerte,
liberar tu canción por Tu muerte
vos podes ser la piel
que astilló hasta el rayo su ser
vos podes ser la voz
que a quién oiga agite el color,
no nos van a dejar el ramo entre las manos sin flor.
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