Que bebas con mi boca la constancia de noviembre,
al pasto, y solo al pasto, hacernos hoja,
que la niñez no duerma en la memoria,
los ojos que vistamos sean orfebres, aves de la sombra.
Límpiame con tu llave los silencios de las tasas,
si es tiempo, traeré centellas a vestirte las ventanas,
permitamos el bosque donde el sol bien esconde crear sentido,
si abrazamos el frío, la risa no tendrá que ser un gesto.
Despoja a la tormenta del arrabal degradé
que este puño de arena nutre lo polvo y la maravilla,
toma esta bala ciega de perfume de cabello
y estaquea la efímera calma que vuelca el regresar.
No me pidas medida en observarte,
que la piedad tu mano olvide lejos,
arrógate el derecho a desangrar cada vacío,
evócame el designio de poblarnos como un eco.
martes, 18 de octubre de 2011
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