miércoles, 9 de diciembre de 2009

A mano alzada III

Que se escurra
por la boca de tormenta,
que se empañe toda visión
y los sentidos
quepan en un viento de agua,

que no se distinga
el llanto de la humedad
y el crepitar
del asma hambrienta,
que la desnudez
sepa a lamento
y el brillo a cuero
que se remoza,

que el zen lunar
pierda vergüenza
y me tome el alma
sin preguntar.

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