Detrás de cada gesto
que imagino
el mundo no es el flujo
ni es el pan,
ampulo la estrategia
por dar tino
y en ala no asimilo,
el humo es pieza acabada de mi.
Ha sido perder
o perderte
la vara que mida,
el rincón que proscribo
a dormir a las letras,
ha sido y será
el humor de las fechas
que muertas se llevan
el blanco y el tiro,
volver es caer hacia adelante
si se intenta crear
un día nuevo
de sombras que ya han sido ruido.
Apoyar los brazos en el pasto,
desnudar los ojos de ciudad,
olvidar lo que espera ser tiempo
y abstraerse a ser línea horizonte,
cielo y tierra en un golpe que emerge del pecho,
ser la sensación
que es nudo y floresta,
ser surco a la estrella
nunca ya mas que en uno,
abrir sol el puño
que inunde las grietas
del sueño inconcluso,
fluir desde el cuarzo primal
que une el mundo al sentido,
parirse intangible
divino y efímero.
Fugaz pero vez,
la huella es un punto
que absorbe el segundo
y nunca estuvo allí.
lunes, 28 de diciembre de 2009
sábado, 19 de diciembre de 2009
Los inventos de Carola (cuento inconcluso, no los inventos)
Hace muchos pero muchos años, en tierras que hoy en día sólo reconoceríamos de sueños, de los labios de la única flor que el viento no lograba desteñir de invierno nació Carolina.
Su ser, desnudo y violáceo que aún guardaba los hilos del seno de la corola, se extendió en la tierra y latió por cada ápice de roce su entrelazada alma de barro y tinta.
Tal era su gozo, que el vértigo indómito que manaba de su pecho no le permitía dejar de girar en la grama cual llave que abre y cierra el paso.
Menguada tras su respiración, que apenas si lograba contener en el pecho, decidió ser más, ser en otras formas.
Así, avanzó a tientas a gatas, percibía cada variación de la naturaleza sobre sus manos, sentía el perfume mas puro que da la vez primera, se dejaba acariciar por todo lo que atravesara su paso cuatralbo.
Al cabo de varios días, Carolina lo había sentido todo separando sus manos, ondeándole el cuerpo cual viento a las piedras, pero este tiempo hizo hábito y con la norma ya no fue suficiente el estímulo para conformar el ánima que absorbía el mundo como un sonido.
Fue así que, girando formas, forzando y gritando es que acabó nuevamente en su cuerpo.
Comenzó dónde la vida ata la gesta, persiguiendo con su índice los caprichos de la piel, haciendo anillos, punzando, soltando pequeñas carcajadas de placer e incertidumbre.
Aún siendo tan inmensa la energía que cada bocanada de risa despuntaba por su cuerpo, su piel se tensaba de viento que secaba y hería y ya no tenía forma de burlarle.
Recostada de canto, recogió su cuerpo dándose reparo, formó el labio plegado de una flor nocturna uniendo sus piernas al pecho y envolviendo su nuca con ambas palmas.
En su ceñida postura prosiguió con su cercanía de sí.
Jugó con su cabello arremolinando sus dedos, intentando vencer las líneas con sus uñas.
Dibujó lento su rostro con las yemas, reconoció en su boca una textura que no repetía otra parte del cuerpo, la estremeció sentir el bello dentro de su nariz y quitó de fuego su mano, halló en las cuencas un descorrer subterráneo que la incitaba como un ave presa de jaula al sentir sus alas, su excitación lindaba con la premura y ya eran diez llaves las que forzaban, dar con la grieta fue liberar un nuevo día.
Carolina había creado la oscuridad, abriendo sus ojos inventó la luz.
Su ser, desnudo y violáceo que aún guardaba los hilos del seno de la corola, se extendió en la tierra y latió por cada ápice de roce su entrelazada alma de barro y tinta.
Tal era su gozo, que el vértigo indómito que manaba de su pecho no le permitía dejar de girar en la grama cual llave que abre y cierra el paso.
Menguada tras su respiración, que apenas si lograba contener en el pecho, decidió ser más, ser en otras formas.
Así, avanzó a tientas a gatas, percibía cada variación de la naturaleza sobre sus manos, sentía el perfume mas puro que da la vez primera, se dejaba acariciar por todo lo que atravesara su paso cuatralbo.
Al cabo de varios días, Carolina lo había sentido todo separando sus manos, ondeándole el cuerpo cual viento a las piedras, pero este tiempo hizo hábito y con la norma ya no fue suficiente el estímulo para conformar el ánima que absorbía el mundo como un sonido.
Fue así que, girando formas, forzando y gritando es que acabó nuevamente en su cuerpo.
Comenzó dónde la vida ata la gesta, persiguiendo con su índice los caprichos de la piel, haciendo anillos, punzando, soltando pequeñas carcajadas de placer e incertidumbre.
Aún siendo tan inmensa la energía que cada bocanada de risa despuntaba por su cuerpo, su piel se tensaba de viento que secaba y hería y ya no tenía forma de burlarle.
Recostada de canto, recogió su cuerpo dándose reparo, formó el labio plegado de una flor nocturna uniendo sus piernas al pecho y envolviendo su nuca con ambas palmas.
En su ceñida postura prosiguió con su cercanía de sí.
Jugó con su cabello arremolinando sus dedos, intentando vencer las líneas con sus uñas.
Dibujó lento su rostro con las yemas, reconoció en su boca una textura que no repetía otra parte del cuerpo, la estremeció sentir el bello dentro de su nariz y quitó de fuego su mano, halló en las cuencas un descorrer subterráneo que la incitaba como un ave presa de jaula al sentir sus alas, su excitación lindaba con la premura y ya eran diez llaves las que forzaban, dar con la grieta fue liberar un nuevo día.
Carolina había creado la oscuridad, abriendo sus ojos inventó la luz.
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viernes, 18 de diciembre de 2009
Se hará color
Se hará color
al tocar su rostro,
pensó la flor
al tornear su espiga,
será esta voz
de mar Selene
mi pulso orfebre de las heridas.
Ya en la impulsión
será ella el sol,
la balsa inerme
en su apostasía,
recogerá en mi piel
su blanca gota,
la adrenalina pura
de la energía
de ahogarse flora
en mi propia espuma
de pan del día
en su desnudez.
Fanal serás de mi,
pensó la flor,
la vio partir
y darle gesto a su aire.
La forma luego no importó,
lo imaginable
guarda lugares
que la razón jamás sabrá respirar.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
A mano alzada III
Que se escurra
por la boca de tormenta,
que se empañe toda visión
y los sentidos
quepan en un viento de agua,
que no se distinga
el llanto de la humedad
y el crepitar
del asma hambrienta,
que la desnudez
sepa a lamento
y el brillo a cuero
que se remoza,
que el zen lunar
pierda vergüenza
y me tome el alma
sin preguntar.
por la boca de tormenta,
que se empañe toda visión
y los sentidos
quepan en un viento de agua,
que no se distinga
el llanto de la humedad
y el crepitar
del asma hambrienta,
que la desnudez
sepa a lamento
y el brillo a cuero
que se remoza,
que el zen lunar
pierda vergüenza
y me tome el alma
sin preguntar.
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viernes, 4 de diciembre de 2009
Del sol que nos antoje
Disfracemos el sentido
del sol que nos antoje,
si hay cuerpo, hay también borde,
y si hay tope no habrá camino,
acerquemos nuestros rastros
y seamos tierra humedecida
en manos de un infante,
logremos pan
dónde haya hambre
y un tiempo
en dónde sangre un latido;
desiértame en tu halo silente,
aguza mi vértigo de soldado,
ampárame en la hierva que no hiere
y enséñame a desandar nuestro rayo,
agitame la boca,
recuéstame en tu sombra,
liemos luna, fruto y sueño,
agitame la boca,
lastima las deshoras,
sé el párpado espectral que beba.
Ahoguemos de vacío
nuestra rutina de bestias,
lo vasto por lo implícito,
lo estanco
por la oscuridad que muta,
seamos la figura
que ondea sepia los reposos,
valgamos lo que un ojo
a las pinturas que trasmutan,
anídame en tu árbol de gente,
desata el brío que angosta tu ramo,
deshila la crominancia que impeles
y vierte el mar herido de sabor,
afílame la boca,
repara entre mis cosas,
logremos no dar pulso de ello,
afílame la boca,
agitame,
ven baila ingrávida mi cuerpo.
del sol que nos antoje,
si hay cuerpo, hay también borde,
y si hay tope no habrá camino,
acerquemos nuestros rastros
y seamos tierra humedecida
en manos de un infante,
logremos pan
dónde haya hambre
y un tiempo
en dónde sangre un latido;
desiértame en tu halo silente,
aguza mi vértigo de soldado,
ampárame en la hierva que no hiere
y enséñame a desandar nuestro rayo,
agitame la boca,
recuéstame en tu sombra,
liemos luna, fruto y sueño,
agitame la boca,
lastima las deshoras,
sé el párpado espectral que beba.
Ahoguemos de vacío
nuestra rutina de bestias,
lo vasto por lo implícito,
lo estanco
por la oscuridad que muta,
seamos la figura
que ondea sepia los reposos,
valgamos lo que un ojo
a las pinturas que trasmutan,
anídame en tu árbol de gente,
desata el brío que angosta tu ramo,
deshila la crominancia que impeles
y vierte el mar herido de sabor,
afílame la boca,
repara entre mis cosas,
logremos no dar pulso de ello,
afílame la boca,
agitame,
ven baila ingrávida mi cuerpo.
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