jueves, 12 de noviembre de 2009

A mano alzada II

Los espejos que caen
disparan mis cuartos
de grietas vociferantes,
y son la luz que realza
los cuellos de esta hidra,

y es el pez que descalza
y se asienta otra fuente,

van jalándose cuerpos
con ardor que no baila

y yo anoto y releo,
lo transcurro y depongo,

se atiborra el perfume
con los restos sonoros,
y se escarcha la yema
y se angosta el cardumen,

tienta a tiza la cinta
pero son otras mugres
las que filtran los ojos, otra puesta de cielo,

vuelvo al humo el mural
y se apremia a su celo,
resto ambi- especular que hace acequia su seno
y me insta a ser limbo,
bifurcada y umbral.

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