Hay alguien allí detrás. Puedo sentirlo en la piel. No busca ni ordena, no esta pensando, no apoya las cosas. Otra vez no, no conmigo, no por mi.
No debí creerle. No existe tiempo que disuelva el alma de las cosas, de las personas, no existe tiempo.
Puedes pasar de noche a noche como recordando, como lastimando o sembrando... y sin embargo esta luna no te hallo ni como intento. Te devuelvo a la cama, empujo los postigos para que el viento juegue, y yo lo busco y soy torpe, y otra vez las sonrisas, nunca acostarme fue un secreto. Pero no, allí esta el grito de rabiosa y cansada clemencia. Ello escupe, ello trina. Tanta muerte aún despierta hiere hasta quién no siente.
Detenla maldición, dónde va toda esta calma que destrona y luego queda a pura gloria en un salón vacío. Si hubiera resultado otro color sin duda sería un ángel.
Se lo dije, se lo repetí y se lo juré. No había modo de atenuarlo, ella siempre me creyó muerto.
Aquí por tu Cristo, aquí por tu capa, aquí por tu yugo blanco. Casi de cuajo contra mi piel, contra el sonido que lo era todo. No lo quitas amor, no lo quitas, deja de repetir mi nombre, no otra vez, no conmigo, no por mi. Tú solo vez el ramo, yo secaré la raíz, y se alejaba de mi oído. Esta bien, fue mi niñez y algunos años de mis sueños, pero a ese atisbo, princesa, durmieron ya, no crece mas, siempre estuve aquí, entre tus piernas. Pero callaba, solo engrosaban sus huesos mis palabras, un infinito correr bajo el agua, un chasquido, un ademán profundo.
Valga mi cielo su perdón si fui yo quién le enseño a hacerlo, yo con mis cuerpos, con mis ropas heridas, yo con las balas de impuro trazo humano.
Fue tan largo el domingo, cualquiera en mi lugar hubiera palpado ese corte de cabello, ese nuevo color en los párpados y mejillas, esas sandalias con suela. No me creo estúpido por haberlo hecho, por alegrarme cuando solo tomaba altura, no hay a que temerle en sus ojos cuando no los ves sobre ti, pueden remozar el mismo aroma de la lluvia con solo tentarlos a tu suerte, pueden llevarte tan lejos y sin embargo...
Aún tosía su alma cuando comenzamos a arrastrarlo. Y le quitamos los zapatos, el reloj y la cartera; la ribera lo devoró como una manta al mes de junio.
Lo esporádico nos hizo seriales, y la cantidad suficiente de hundidos sin capilla los rateros más violentos que la comunicación recordara.
Deberá bajar el mismo Cristo para darse a conocer. Dónde se viera matarte así, tú tan crayón, tan de nada.
Ella insistía.La noche cae con su franco lamento hasta el pubis del tallo que cincela la flor. Bebe, bebe amor que mañana tu espalda será el sorbo de agua que anegará mi cruz.
lunes, 2 de noviembre de 2009
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"Deberá bajar el mismo Cristo para darse a conocer. Dónde se viera matarte así, tú tan crayón, tan de nada." Esta vez, más que nunca, si hay un Dios, va a tener que bajar a dar explicaciones. Tan crayón, tan nada... eso somos. Ya van a aparecer ecos de esta tristeza por mi blog, el problema es que todavía hay cosas que no puedo creer. Hay cosas que ni todos los jueces del universo van a poder hacerme entender.
ResponderEliminarSiempre siguiendo, siempre acompañando. Te mando un beso grande!
Maga