El viento jala o acompaña la mirada,
somos el agua del silencio
y cada ventana
duerme una línea o una recta.
Cuando tu hambre de mandala
acercó la forma,
en mi desnudez de bandera sin voz
la huella y el centro
alejaron la misma sombra;
no tiene cuerpo la armonía
y lo es todo,
si te cruzara el pecho de tinta
podría intuir la lluvia.
El sueño aprende a mesurarse
o dispersarse
cuando se ata a la finitud del polvo,
leyendo el fuego
los tesoros
caen dónde se afila el arte.
La vaga metralla
que sobre puebla el pastizal
con la medida y el borde
ciega la intriga
y al nombre solo nos queda dar aire,
si la pérgola se atiborra,
que en el ojo nazca otro cielo.
Con tu prefijo en la boca de la mente
me navegan las frases
que arañan las semillas.
jueves, 18 de agosto de 2011
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