El cielo me sostiene la mirada
y piensa tu parte y la mía
por partes,
se abre en el pecho una boca
capaz de soltar las flores sin nombre,
un río de extrañas pestañas
creciendo en la insana razón de sentir.
La tierra habla letras que no se pronuncian
sin abrir el cuerpo
y darle en un eco interior su color,
baila de mi a través de mi,
soy silueta fugaz de su luz,
deteniendo el alma en medio de la nada azul de la noche
he oído los gestos que el cielo ha guardado
lejos de las manos que otorgan lo dado como propiedad.
Te siento tan cerca
que temo tropezarte,
te oigo tan lejos
que temo tropezar con mi imagen de ti.
No mires ya el cielo,
no podré con la luna
si además tiene tus ojos.
Oye este canto que procedes,
brote del leño del silencio.
Encierro en un puño la piedra
y no consigo evitar tu blanca luz,
no logro quitar del prisma
cada uno de tus colores.
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