Acabose al fin
alondra,
se hizo un arlequín de luz
lo que otrora risco nos dio,
brocado
de sangre.
Quién depone un cordel de canto fundante,
quién deshace un tren de extravíos
sin martes
ni domingos,
un poco de vos,
un poco de vos
y a la mar
me piro.
Espuma espiral,
etérea,
bestias de amalgamas
que encastran o riman,
ramos de cenizas
que espasman color,
montes de cajones epistolarios
que se lanzan que se espadan,
ya
no
arma.
Quién rasga las larvas sepias
de la rectitud ya promiscua,
quién agua los prismas
roídos de propia esgrima contra el yo,
quién trunca las ramas
espectrales de la sangre,
quién remanso viable
da a las arcas del brillante,
un poco de vos,
un poco de vos
y a la mar
te tiño,
un poco de vos
y al amar dar aire.
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Un poco de vos y tu voz, que no puede faltar. Nunca.
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