viernes, 23 de diciembre de 2011

Acaso sucedan flores

No te da sombra mi boca
y sin embargo
ancha me espejas la noche,
ahogada grieta que proyecta
la lluvia puerta en carrusel.

Periplo en carne de tiempo
nervando el daño y el boceto
como el soplido silente
que descalza y encauza,
vigilia estrofa sumergida en las muñecas,
balsa parafina sin resplandor.

No hay trama o hibridación
que vistiendo mundo
trascienda del tacto,
lo recto, lo marco, lo aspecto, lo muro,
el puente entre lo exacto y lo hiriente
aluna el filo en la muerte
del nido piel de razón.

Y aún si el pasillo da a la calle
y la bandada se dispersa,
aún si la chispa tergiversa
la llama lengua en un detalle,
seguir un globo
en este bosque de paredes
es un hueco que sonreir.

Dónde el león duerme un latido
mañana acaso sucedan flores.

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