La noche nos devuelve hacia la tierra.
El ojo se descalza
con el sonido mas leve.
El instinto nos acerca
y nos repele.
Las heridas son nombres para amar.
Se ahueca el fuego de la ciudad
y somos solo frutas nadando un bosque,
lo que late ya no se oculta,
cada perfume
es un gesto y el rayo que lo desnuda.
Porque es mía te pertenece,
la otra noche, la calavera de lo perenne,
buscar las formas que la regresan
es pretérito que no oscurece y mas brilla,
espeja.
Detrás de cada tormenta
hay cientos de flores que sueñan cielos de vos,
mientras columpias un dueto con la luna,
Ella no concibe mayor maravilla.
Se empequeñece el alma
como al papel logra el agua
o la razón al placer,
cayendo el sol nos hermana la transparencia
y nos jala,
madre nos soñó una misma flor
y en verso libre nos danza,
madre nos duele en un mismo amor
y en su iris somos membranas.
martes, 15 de febrero de 2011
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Uf, esta poesía me hirió de hermosa.
ResponderEliminarte felicito, y te agradezco.
saludos, celes.