Tomarte cabello en el agua
pisada que sana el silencio del cuarto
tornearte de arena de viento
saberte pretexto del tiempo que huye y tropieza.
Mecerte en las manos de labios
soplarte de polvo de pieza de arte
beberte en los ojos con lívido y madre
acariciarte contorno contraluz, pestaña de eclipse.
Fluirte del plexo a la mente
lograrte del pasto el rumor de su cresta
bailarte de vientre de tango
entramarte en el pulso mas plano y altivo que ofrezca la opuesta cara de la muerte.
Disolverte en la sangre nocturna de un cielo de Salta
enraizar como el agua mi gesto en tu cuerpo
horizonte que enlace tu voz en el aire,
anteceda mi piel, sea seda que envuelva la pronta lumbre, el intento en acto.
Rota la piel, el corazón desune o arquea las formas,
quisiera caer en ti como un pez de luz
y astillar mi boca en pequeñas maravillas que te alcancen
pero las palabras hacen flor en tu ropa y las devora el viento a su pluma.
Te acercaría tan despacio
que la tierra podría abrir continentes de esta calma,
pero ya somos paralelos
y la cercanía solo habría de recordar lo distante.
Palabras a mansalva sin saber comenzarte.
Mi boca en torva forma, presente del vacío.
El cielo y la ventana, son raras las letras con que se adiestra el alma.
lunes, 31 de mayo de 2010
miércoles, 5 de mayo de 2010
De cuerda
Casi emulando una llama
dos palmas crecen cerradas
ahuecando en plegaria,
así del vientre hacia el plexo
florece encima en el alma
que se hace hueso y desarma
con la armonía de un verso.
Fluye de piernas descalzas
así como el agua
aunara un cuerpo ajeno,
desune el zen de su centro
peinando luces ventanas,
itera en piel y membranas,
impera sueño y es viento,
matriz que acerba su acento
que al bies delirio imantara.
Heridas son las semillas
que beben cielo por agua,
heridas son las palabras
que ciegan voz por ser tinta,
ceñir el ser como en vibra
de cuerda cimbrando su alma
no augusta en puño su karma
ni cuece brava su espiga,
herida no es tu estadía
serigrafiando mi espalda,
tu balsa impulsa otra brasa
que da color como el tiempo
anida en montañas, ecos
y cuencos de sonar.
dos palmas crecen cerradas
ahuecando en plegaria,
así del vientre hacia el plexo
florece encima en el alma
que se hace hueso y desarma
con la armonía de un verso.
Fluye de piernas descalzas
así como el agua
aunara un cuerpo ajeno,
desune el zen de su centro
peinando luces ventanas,
itera en piel y membranas,
impera sueño y es viento,
matriz que acerba su acento
que al bies delirio imantara.
Heridas son las semillas
que beben cielo por agua,
heridas son las palabras
que ciegan voz por ser tinta,
ceñir el ser como en vibra
de cuerda cimbrando su alma
no augusta en puño su karma
ni cuece brava su espiga,
herida no es tu estadía
serigrafiando mi espalda,
tu balsa impulsa otra brasa
que da color como el tiempo
anida en montañas, ecos
y cuencos de sonar.
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