I
En la lengua
manará la tibia fractura,
la farmalocura de habitarnos como guantes
nos valdrá por la carne que exceda al fin de lo dado,
la cadencia que nos legan
como artilugio a dar escena
nos trepará el cuello
con letras que otro gigante habrá antojado,
sobre el lomo de mi tejado
las alas de un tiempo brillante
te bailarán violetas,
la sangre oscura de las promesas
compelerá al fulgor liviano,
seremos huellas de lo versado
en párpados niños
que lluvias vuelan.
II
De corriente llanto
te proceso en mí,
con las manos en jaula
te desando en el plexo,
de botella que cede
ante el río tensado,
la pantalla de muerte
es un vidrio que hiende a toda percepción,
hay dragones que caen
y el mundo es lo flotante,
la arcada colapsa en lo posible.
El pitar relámpago
en esta trunca galera
como una flor vocifera lo urgente,
la sombra es el rebaño de un color que no alcanza a exceder,
a fraguar la pared que sostiene al viento.
Que no sepa a canción
es culpa de mis ojos,
que sepa inaugurarme en el dolor
Son mis ojos.
No estoy quieto,
mas de ahuecarme,
te ornaría creciendo en mi pelo,
biblioteca de truenos y sepias de sillón.
III
La licuación de la pulpa de los ojos,
la colibridación
hecha solo una rama fatua en los espejos,
la carne habitada de moscas.
Un sueño artero
es el que seca
en los colmillos de la luna.
IV
En el brote
que ovillan tus uñas
un pájaro duerme
perfumado de pasillos,
al girar el rostro
tensa un entramado coral,
salir de tu boca a la calle
me alarga las sombras.
Al estrago de un celuloide que roda
puedo oír morder la soga
que me aguza el paso,
es el placer que del pesar
también des luna,
los relojes
no están hechos para medir los sueños.
Eso que despierta con tus ojos,
lo que traes de amar u odiar ya rato,
tiene la plaza
y los postigos de mi patio.
lunes, 4 de noviembre de 2013
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