En tus órbitas
cabalga mi derrota
como un mito;
a la luz de la sangre
el animal pierde la madre
y la paciencia por la luna.
Con las piedras
que enderezan la locura
se hieren las nervaduras
pero no calla la flor,
es todo grito la expresión
de un sueño atado a la cintura,
mas río arrastra mas color
y el sol es sólo otra ilusión,
sombra adentro
es que se vuela y se nace.
Antes de amarte
no era menos sincero
pero al dormir tu sendero
no puedo dejar de cantar.
La silueta rompe al río
para darle un qué soplar,
así
el tiempo es el puñal
que al hombre pule de hastío,
una tormenta agrieta igual
que un barco anclado
a la espesura del vacío.
En mi trinchera de extravíos
voy a dejar junto a la puerta
incienso y agua,
comeremos de nuestra carne la mañana
y el desapego a la teoría.