Guardarte al ojo,
templar las tormentas
a que den su prisma lengua
de onírico rimel.
Algo mas que orillarnos,
hendir como un erizo de rosa,
libar la primal memoria
y fulgir las uñas del caos
latiendo el aire
a remozar la maleza
como un gesto de la carne,
gota al fin
que savia salve la herida,
la hendija anochecida
dónde volver es nadarte.
Pulpa y así…
Es que no hay fuga
de éste lado de la mente
que pronuncia las paredes
y en el cielo ve cuadrantes,
hay puerta sólo en la llave
pero nos pueblan los huecos,
con el jardín
nace un sendero que sólo empuja el perfume.
No se quita con las manos
lo que se hunde con la boca.
Gubia de estremecer,
descorrer el tiempo
que funda finitez,
volcar otoñal
la gracia coralina de aturdir,
dar muerte a la espada,
al espejo,
habitar por plenitud,
manando
todo siempre está por darse.
Tenso tu espalda
y brotan en mis pies
un serpentario de horizontes de intuición.
jueves, 26 de abril de 2012
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