Oh áureo espectro
de las noches
menos lejos de mi,
vejas con tu cuerpo
los consuelos
donde pretendo esgrimirme,
sesga tu velo
mi prisión
sin canceles ni llaves.
Existe una pena insalvable
entre tu rostro y mi rostro,
una ruina de cristales
entre mi boca y tus pies,
mas peca el ruedo de afable
mas visto el trinar del hambre,
salvar el hueco
es la parte
en la que escojo sin ver.
Oh luna,
oh círculo de sangre,
mis viejos dedos de madre,
mi noble espejo de piel.
Arrecia el necio deber
de quebrantar lo imaginable,
esta soga pendiendo
en el aire del lago
hasta el rumor de mis brazos
lega a los nombres profanos
lo que no saben beber.
Hiere pues hiende
en mi ser,
mas del aroma
a la hoja
solo un perfume
ha callado,
hilar
en vez de soltarlo,
volver sabiendo
no ver.
Oh luna,
oh bruma
en pose de miel,
periplo insano,
mujer
de todo cuanto
he amado,
lirio de plata,
cincel
de aquestos
labios ahogados.
martes, 21 de julio de 2009
martes, 14 de julio de 2009
De- Canto III
Es tan triste
saberte triste,
mi brazo
cayendo muerto
de tu herida
empuña el último fotograma
que da fin y secuela.
Cruzo entera la noche
deponiéndote
de entre cada palabra
de entre cada vestido,
que a olvido se llame
el cosmo que fue norte
de todo sentido,
no tienta el camino
mas trina la sangre
ante el hambre ebullido.
Se muere la lengua
versada y huraña osamenta
del mundo fundado,
se agota la cuenta
del ritmo dictado
procedido cuenca
de acordes y puertas,
se aligera el lomo
de la gata reina
de nuestros instintos primales de lobos.
No hay ya
destiempo,
contratiempo
o sólo tiempo,
pero queda
un ictus nuestro
que no iguala
el rizo mar,
no lo engendra
tal
el arte de las letras,
no lo canta la tormenta
ni lo entona
el sol frutal.
Se abren los brazos
de hogar y futuro,
se ciñen los humos
del mas libre verso,
retoma su fresco
la anchura del borde,
del verde hacia el eco
el mar se hace duro
y fiel amuleto
del marco,
estropicio
del baño a los gestos.
Te arrastro muriendo,
te mato
aún sabiéndote mi faro,
mi par y mi barrio,
mi pan y mi pié.
De- canto del cuero,
del manto primero
en el mal y en el bien,
debo de ceder
al pulso mas necio,
es la misma sabia
la que hizo cielo el beso
que la que le quita
el sabor de la piel.
Prefiero quedarme
en el odio en tu boca
a que escupas mi nombre
por no querer ver.
Prefiero no poder cuidarte
a tener que sanar
mis formas de no amarte.
saberte triste,
mi brazo
cayendo muerto
de tu herida
empuña el último fotograma
que da fin y secuela.
Cruzo entera la noche
deponiéndote
de entre cada palabra
de entre cada vestido,
que a olvido se llame
el cosmo que fue norte
de todo sentido,
no tienta el camino
mas trina la sangre
ante el hambre ebullido.
Se muere la lengua
versada y huraña osamenta
del mundo fundado,
se agota la cuenta
del ritmo dictado
procedido cuenca
de acordes y puertas,
se aligera el lomo
de la gata reina
de nuestros instintos primales de lobos.
No hay ya
destiempo,
contratiempo
o sólo tiempo,
pero queda
un ictus nuestro
que no iguala
el rizo mar,
no lo engendra
tal
el arte de las letras,
no lo canta la tormenta
ni lo entona
el sol frutal.
Se abren los brazos
de hogar y futuro,
se ciñen los humos
del mas libre verso,
retoma su fresco
la anchura del borde,
del verde hacia el eco
el mar se hace duro
y fiel amuleto
del marco,
estropicio
del baño a los gestos.
Te arrastro muriendo,
te mato
aún sabiéndote mi faro,
mi par y mi barrio,
mi pan y mi pié.
De- canto del cuero,
del manto primero
en el mal y en el bien,
debo de ceder
al pulso mas necio,
es la misma sabia
la que hizo cielo el beso
que la que le quita
el sabor de la piel.
Prefiero quedarme
en el odio en tu boca
a que escupas mi nombre
por no querer ver.
Prefiero no poder cuidarte
a tener que sanar
mis formas de no amarte.
Etiquetas:
de aquí nomás...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)